viernes, 14 de noviembre de 2014

¿HUMILLARNOS Y SOMETERNOS A LOS SEVILLANOS NOS HA QUITADO LA IMAGINACIÓN A LOS MALAGUEÑOS?

Se habla poco de un gran prohombre de Málaga desaparecido: Ángel Caffarena Such. Sobrino de Emilio Prados, significó mucho en la vida cultural malagueña y también de otros lugares (Madrid, Almería y Alicante), pero se le nombró “cronista oficial” de Málaga” (distinción que creo que no existe en la actualidad).
Caffarena era un personaje sumamente interesante y muy apasionante, aún en su vejez, que es cuando yo lo conocí. Afirmaba con toda convicción y gran conocimiento que habían surgido en Málaga algunos de los más importantes y significativos avances de España. Acero, Manuel Agustín Heredia; Política, Antonio Cánovas del Castillo; Urbanismo, José de Salamanca; Arte, Pablo Ruiz Picasso, etc.
Es posible que puedan verse tales afirmaciones como expresiones de cierto chovinismo, pero no dejan de ser verdad comprobada.
Ahora, salvo la impetuosa irrupción musical de Pablo Alborán, los malagueños damos la impresión de habernos quedado sin imaginación. El sometimiento y la mansedumbre frente a la humillante dominación de los sevillanos, parece que nos ha castrado mentalmente.
Hay cierta actitud de cobardía en la sociedad malagueña. Todos sabemos cuántos hemos perdido con la triquiñuela de Alfonso Guerra, que se inventó una región (sin solera histórica ni unidad geográfica) para el provecho de Sevilla. Para ello, consideró indispensable la minimización y entorpecimiento del desarrollo de Málaga. Declaró que “Málaga se ha desarrollado demasiado; ahora le toca a Sevilla” y prohibió a los miembros del PSOE que vinieran a veranear en las costas de Málaga.
Pero aunque todos lo sabemos, no hay muchos que lo digan en público. También Paco de la Torre lo sabe (y declaró en una ocasión en radio que Málaga había cometido un gran error sumándose a la autonomía sevillanista), pero el PP le mandó callar y nadie dice ni pío, aunque todos lo saben y todos lo sabemos.
MÁLAGA ERA MÁS AUTÓNOMA CUANDO DEPENDÍA DE MADRID. SEVILLA NOS AHOGA DELIBERADAMENTE.
¿Cuánto durará la paciencia de esa mansedumbre impuesta?

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