sábado, 3 de mayo de 2014

SOLIDARIDAD, CACOFÓNICA PALABRA


España se tiene a sí misma por una sociedad muy solidaria. Vamos a puntualizar.

 
Realmente, España ha dado y da ejemplos a escala mundial de extraordinaria solidaridad a distancia. Cuando las catástrofes naturales como el Catrina, Fukuyima o el tsunami del Índico, España fue la sociedad más espectacularmente solidaria de todo el mundo.

 Pero… ATENCIÓN, ATENCIÓN.


 Medite un momento: Si se entera de que el vecino del piso contiguo al suyo, ese que a veces pone la música un poco alta, se está muriendo a solas… ¿se apresurará usted a socorrerlo? Si cuando sale para ir a su trabajo, se encuentra a ese vecino en la escalera echando las entrañas por la boca, ¿decidirá llegar tarde a su trabajo para llamar a una ambulancia y cuidar a su vecino mientras la ambulancia llega?


 MEDITE Y SEA SINCERO.


 Yo me vi obligado a emigrar joven e inexperto. Alcancé la auténtica madurez de personalidad y carácter en Argentina, Brasil y alrededores. En tales lugares, si un amigo o simple relacionado te ve con gesto adusto y ojos tristes, no dudará en preguntarte “¿tienes algún problema?”. Los estadounidenses preguntan en el mismo supuesto “Are you alrigth? Aunque disimules y te comportes a la manera europea, ese amigo insistirá y te obligará a aceptar su ayuda aunque te cause pudor.


 Como mi verdadera maduración personal sucedió sobre todo en el continente americano, me sorprendió descubrir lo muy europeos que somos los españoles. La letra, con sangre entra. Hice ese descubrimiento después de pasar bastantes años gastándome mis ahorros americanos en Málaga, en iniciativas altruistas que nadie me ha agradecido nunca y que hasta niegan en los historiales. Por mi mala cabeza de ex emigrante con las raíces desenfocadas, me vi en la miseria casi total. No sólo no me respondieron los “amigos”, sino ni siquiera mis familiares. “¿Qué habrá hecho ese con su dinero? ¿Por qué ha dilapidado tanto?”


 Condicionado por mi “educación” hispanoamericana, muy inocentemente pedí ayuda angustiosa varias veces cuando llegó a faltarme el sustento, y me costó mucho tiempo comprender cuánto se molestaban esos amigos porque les contara mis dificultades. Ya había publicado más de once libros (aunque me habían defraudado mis derechos Roca Editorial y Editorial el Cobre) y, además, tenía el prestigio de haber sido una vez una especie de “indiano”. Cada una de mis peticiones desesperadas de auxilio, fueron seguidas por clamores chismosos como “¿En qué vicios se habrá gastado este tío todo lo que ha ganado?”


 SOLIDARIDAD ES UNA PALABRA CACOFÓNICA y hay que tener mucho cuidado de cómo incluirla en una frase para que suene bien. Tal vez por eso, no entendemos del todo lo que significa. Estoy seguro de que no se trata solamente de batir un récor estadístico en la prensa mundial.


Sólo conozco una ONG en Málaga, que esté de verdad cerca de las dificultades inmensas que estamos pasando en esta ciudad condenada por la geopolítica oficial española. Se llama “Ángeles Malagueños de la Noche”; impresiona ver las colas que se forman en el pasillo de Santo Domingo cuando reparten comida.

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