sábado, 30 de marzo de 2013

3 abril, comienzo mis charlas sobre EL OFICIO DE NOVELISTA.


El miércoles 3 abril, comienzo mis charlas sobre
EL OFICIO DE NOVELISTA.

3 de abril, LA FABULACIÓN´
11 de abril, OFICIO Y PLANIFICACIÓN
17 de abril, EL ARTE DE ESCRIBIR


 ATENEO DE MÁLAGA
 Calle Compañía, 2,
Teléfono:952 22 40 02
www.luis-melero.blogspot.com



lunes, 25 de marzo de 2013

EL 3 DE ABRIL, HABLARÉ EN EL ATENEO DE MÁLAGA


CUENTOS DE MI BIOGRAFÍA 16- Olga




Xico y su madre se habían obcecado en São Paulo con la convicción de que Luis era médium, y ahora se veía de repente obligado a revivir ese desatino a todas horas, aunque le pareciera una insensatez. Evocaba los ruegos y lisonjas de Xico, porque Olga le hacía recorrer a diario rincones de sí mismo que ni sabía que existiesen.

Al principio, fue sólo como cuando dos personas entonan al mismo tiempo una canción, por casualidad. Experimentaban coincidencias de esta clase con frecuencia creciente. Cantaban repentinamente a la vez, decían una palabra al unísono, se encontraban en sitios y horas desacostumbradas como si se hubieran citado… Según pasaban los días y semanas, la sintonía parecía agudizarse; y llegó a un punto en que no tuvieron más remedio que hacerse preguntas.

Olga era gallega, de Vigo, pero su nombre y su apariencia confundían a la gente. Pese a que los gallegos se declaran de origen celta, no abunda en Galicia la gente rubia, aunque sí las pieles exageradamente blancas. Olga era esbelta, de estatura algo superior a la media, con pelo de color panocha y ojos verde claro. Muchos la creían eslava o,  más concretamente, rusa. No era demasiado guapa, aunque no cabían dudas de su atractiva armonía. Ni de la energía y poder que irradiaba. 

-Eres una especie de pararrayos, Luis –dijo Olga una tarde-. Cada vez que tengo una idea, en pocos segundos tú la asimilas y me hablas de ella.

Luis la examinó un momento, para convencerse de que no bromeaba. Ella parecía convencida y confiada.

-¿Crees en la parapsicología, Olga?

-Hasta ahora, no. Pero nos están pasando cosas, Luis. ¿Cómo las llamarías tú?

Luis sentía una desagradable opresión en el ánimo cada vez que se permitía hacerse esa clase de preguntas. El desconcierto le impedía entonces cavilar con tino.

-Me cuesta mucho formarme imágenes mentales sobre estas cuestiones, porque llegan a darme miedo. En Brasil, un amigo y su madre, que eran de Umbanda, se empeñaron en afirmar que yo soy médium.

-¿Qué es Umbanda?

-Una religión animista de origen africano, muy extendida en Brasil. Una mezcla extraña de creencias primitivas confundidas con doctrinas católicas, cuya imaginería utiliza dándole nombres distintos. Creo que la Umbanda tiene mucho que ver con la santería cubana y el vudú antillano; al menos, asignan a sus dioses prácticamente los mismos nombres. Yo no me fie nunca de las verdaderas intenciones de la madre y el hijo, pero aquellas dos personas hicieron esfuerzos exagerados porque yo participara de sus ritos.

-¿Llegaste a creer que eras médium de verdad?

-¡Qué va! Pero no creerías las cosas que ellos llegaron a hacer ni las influencias que movilizaron para tratar de convencerme. Yo siempre temí que se tratase de encerronas para practicar sexo conmigo; un temor basado en unos hechos que entonces me parecían significativos, sobre todo por parte del hijo, que era un veinteañero muy guapo, seductor, rico y triunfador social, que a pesar de tales condiciones se mostró durante meses ansioso de conseguir mi... tal vez amor o... no sé. Aunque ahora sospecho que el propósito era al revés, que trataban de atraerme a sus convicciones con sexo. Y que les importaba de verdad contar con mis supuestas facultades.

-¿Y nunca consideraste ceder en lo del sexo?

Luis frunció los labios. Le inquietaba el miedo a que Olga le pidiera sexo en el momento más inesperado. Un miedo que lo paralizaba a medias casi todas las tardes, pese a que pasaba la mayor parte del día anhelando que llegase la hora de la cita con ella, que a veces ni siquiera la habían acordado pero siempre sabía que se produciría. En Brasil, había estado a punto de ceder muchas veces, sobre todo aquella noche en Umbanda, cuando Xico y Rico hurgaban por su cuerpo mientras él penetraba a la bella Vilma. Recordaba la escena como si la hubiera soñado, a pesar de cual era capaz de distinguir el apasionamiento sincero pero algo ingenuo y miope de Xico, que competía con la demoniaca sabiduría de Rico, capaz de encontrar en un cuerpo humano resortes insospechados de excitación. También durante aquel rito de Umbanda había vencido buena parte de sus miedos, y reconocía que los tres hubieran podido hacer con él lo que quisieran, fuese lo que fuese, si se lo hubieran pedido. Pero no lo hicieron. Solamente actuaron. En silencio. Como en un cuento de misterio. En vez de responder la pregunta de Olga, Luis preguntó a su vez:

-¿Te parece que deberíamos hacer algo para confirmar todo esto?

-Creo que sí, Luis. Se me ocurre una idea. Tú y yo solemos despertar alrededor de las 7. Esta noche, pon el despertador para que suene cerca de las 7, pero algunos minutos antes o después. Piensa en mí, mandándome despertar. En seguida, me llamas por teléfono, y me indicas el minuto concreto del mandato. Si coincidiese más de dos o tres días, es que somos telépatas o algo así y habríamos alcanzado una clase científica de convicción. ¿Estás de acuerdo?

Lo probaron todos los días de la semana siguiente, sin que la hora indicada por ambos coincidiera jamás. Luis la llamaba, ella le daba las gracias y, al comparar los datos, confirmaban el fracaso. Una tarde, mientras esperaban la hora del ensayo en el teatro de la Hermandad Gallega, Olga propuso:

-He leído que hay telépatas activos y pasivos. O sea, que algunos son más potentes para emitir mensajes y otros, para recibirlos. A lo mejor es que tú eres buen receptor pero no emisor. Deberíamos probar al revés. Seré yo quien te llame. ¿Te parece?

A la mañana siguiente, Luis estaba convocado a las ocho y cuarto por la dirección de la agencia para una reunión “brainstorm”. Tras desconectar el despertador, se fue a dormir con mucha prevención, temiendo llegar tarde a la reunión. Pero lo que ocurrió marcó profundamente la totalidad de su relación con Olga. Al despertar, dio un salto y se miró a sí mismo con desconcierto, de pie en medio de la habitación; eran las 7 y tres minutos. Al instante, sonó el teléfono; Olga confirmó la hora: 7 y tres minutos. Ocurrió lo mismo los siguientes ocho o diez días, fomentando el asombro de los dos. Luis saltaba de la cama como movido por potentísimos resortes, y no despertaba del todo hasta que no se encontraba de pie, tambaleante y desconcertado. Estaba claro que él era el receptor y que la potencia emisora de Olga era formidable.

Llegó a parecer evidente que estaban en sintonía mediante mecanismos cerebrales que no conocían ni encontraban explicación en lugar alguno, por mucho que leyeron y preguntaron; y hasta fueron a consultar a un famoso psicoanalista. Con el tiempo intentaron nuevos métodos de comunicación, mientras las evidencias despejaban del todo sus dudas.

-He leído que la comunicación se produce mejor cuando uno de los dos no está despierto del todo –arguyó Olga-. Recuerda que te despierto sólo cuando estás en lo que podríamos llamar “duermevela”.

Olga era la encargada de una agencia de viajes de tamaño medio. Luis solía viajar a España una vez por año, y aprovechaba el cruce del Atlántico para visitar varios países de Europa cada vez;  de lo que ya habían conversado a fin de que ella eligiera una ruta para la siguiente ocasión. Pero un importante cliente de la agencia hizo una propuesta insólita e inesperada; necesitaba que uno de los creativos (eran tres quienes atendían a este cliente, “La Vivienda, Entidad de Ahorro y Préstamo”) viajase por varios países de América y Europa, visitando oficinas de ahorro y préstamo, para reprtoducir los métodos físicos de mejor comunicación directa con los clientes. De los tres creativos, la dirección de la agencia consideró que Luis, por su biografía, era el más indicado para la misión. Le propusieron viajar a Argentina, Brasil, seis estados de EE.UU., Francia, Italia y España. No le ponían límite alguno en cuanto a costos, pero él indicó que contratasen los desplazamientos y los hoteles con la agencia de Olga. Esta preparó meticulosamente la ruta, cuyo precio resultó mucho menor de lo que la publicitaria había calculado.

Empezó por Brasil, donde le recibió en el aeropuerto la presidenta de la asociación bancaria, cuyo chófer lo trató en el desplazamiento hasta el hotel como si él fuera un ministro. La encopetada señora portaba un regalo: un paquete con seis kilos de café de diferentes procedencias regionales y variadas presentaciones. En el momento de coger la decoradísima bolsa, Luis se preguntó a quién regalársela, porque no podía continuar un viaje que iba a durar treinta y dos días llevando tal lastre.

La visita a Brasil incluía dos días en São Paulo y otros dos en Río, que Luis aprovechó para hartarse de feijoada y vitaminas, un batido a base de papaya y leche. Llamó a Xico, que le habló con vehemencia:

-¿En qué hotel estás? Llamo a Rico, cogemos el helicóptero y estamos ahí dentro de un par de horas.

-No puede ser, Xico. No creo que me alcance el tiempo para todas las oficinas bancarias que tengo que visitar en dos días.

-¿Será igual en Rio?

-Bueno, Río no es tan complicado como São Paulo y allí el programa me parece un poco menos intenso.

-Entonces, dime el hotel donde vas a pernoctar en Río. Iré en avión pasado mañana y no me digas que no.

Luis no opuso contra alguna. Ya tenía a quien regalar la bolsa de café. Al instante siguiente, sintió una opresión profunda en las sienes, de modo que tuvo que correr al baño para mojarse la cabeza. Debía llamar a Olga.

-Has tardado un poco –dijo ella-; llevo casi una hora pidiéndote mentalmente que me llames.

-¿Ocurre algo malo?

-No, qué va. Mis jefes están maravillados porque estemos haciendo este negocio con tu agencia; no paran de decirme que averigüe cómo te está yendo.

-Pues muy bien. Hoy me han regalado seis kilos de café, que voy a tener que regalar también, imagina.

-Llámame en cuanto llegues a Buenos Aires; tienes que ver a alguien.

-¿Quién?

-Ya te contaré.

Cuando Xico lo abrazó en el hall de un gran hotel de Copacabana, Luis descubrió cuánto había cambiado su pecho en menos de un año. No sintió prevención por el codicioso abrazo de Xico, ni se sorprendió en evidencia al constatar las miradas que los envolvían. Respondió el abrazo con sinceridad. Pero se había transformado en muchos sentidos. Su miedo se había aminorado y algo nuevo estaba creciendo en su ánimo. ¿Sería a causa de Olga?

Xico pareció notar el cambio. Retrocedió un paso para examinar detalladamente a Luis, y no pidió lo que este recelaba que le pidiese.

-Tengo rito esta noche, Luis. No puedo quedarme aquí. ¿Volverás pronto a Brasil?

Era un adiós definitivo. Nunca lo volvería a ver.

La persona que Olga le mandó al hotel en Buenos Aires era una prima suya, Inés, mujer de mediana edad, bella, casada, que llegó acompañada de su hijo adolescente. No supo por qué, pero a Luis le recordaron de inmediato a Xico y su madre. Merendaron morosamente, hablando de banalidades, mientras Luis permanecía alerta tratando de descubrir por qué Olga les había puesto en contacto. El joven se mostraba ausente, sin parar de mirar de reojo a su madre, como si esperase algo.

-¿Nunca te había hablado Olga de mí? -preguntó Inés.

Luis vaciló un instante, preguntándose si debía mentir por cortesía. La realidad era que Olga no le había dicho nada sobre esa mujer nunca, ni en Caracas ni la noche anterior, cuando marcó telefónicamente el encuentro.

-¿Sabes lo que son las meigas?

Luis no estaba seguro, pero notó que el alerta volvía a su ánimo. Observó que el chico miraba a su madre con expresión extraña

-No del todo…

-Meigas son las sílfides celtas. Sobrevivimos algunas en Galicia y nos llaman brujas.

Luis bajó la mirada hacia su regazo, para eludir las de sus interlocutores. Estaba ocurriendo algo curioso en la mente del muchacho, según los visos de su mirada,
.

-Olga también es bruja, pero ella no quiere admitirlo –aseguró Inés-. Sin embargo, me ha pedido que investigue si tu espíritu se encuentra en nuestra misma sintonía. Agarra las manos de mi hijo.

Luis notó que el chico sudaba copiosamente. Inés había sacado del bolso un mazo de cartas muy voluminoso, equivalente a dos o tres juegos completos, y lo barajaba con mucha concentración.

-Corta –ordenó Inés a su hijo.

-Espadas… -murmuró Inés.

Era un nueve de espadas; Luis lo halló sorprendente, pues creía que la numeración llegaba sólo al siete, pasando a la sota a continuación.

-Elige uno de los dos montones –indicó Inés- y vuelve a cortar, ahora tú, porque los fluidos que transmites a mi hijo se han borrado.

Ahora apareció un seis de espadas. La expresión de Inés resultaba inescrutable, pero su hijo tenía terror en la mirada.

-Hum… No viajes esta noche, Luis.

-No es esta noche cuando tengo programado el viaje, sino pasado mañana.

-Ah –exclamó Inés-. Entonces tengo que hacerte un trabajo hoy sin falta, en tu cuarto. No salgas esta tarde y espera que volvamos a las siete y media.

Había muchos programas de cotilleo en la televisión, presentados por mujeres muy llamativas, que parecían famosas. Telefoneó dos veces a Olga, para intentar que le explicase lo que hubiera pedido a Inés, pero no soltó prenda. Durmió un par de horas de siesta, y cuando llegó la hora que Inés había propuesto, volvió a sentirse en guardia.

Inés vestía muy diferente. Por la mañana, tenía el aspecto esperable en una señora porteña casada de mediana edad. Esa tarde se presentó bajo una túnica que parecía un poncho andino recrecido por los faldones.
 
-Desnúdate –ordenó Inés a su hijo en cuanto Luis les franqueó la entrada a la habitación-. Y tú también, Luis. Y métete en la boca un par de hojas de estas, pero no te las tragues; mastícalas suavemente.

-¿Qué es?

-Coca. Pero natural, tal como nos la da la madre Tierra. No te preocupes, sólo sentirás algo de adormecimiento en la boca.

Luis notó que el chico masticaba también. Su expresión parecía serena. Inés puso en el suelo alfombrado una especie de palmatoria de barro, insertó en ella una vela de color caramelo y la encendió.

-Vamos a sentarnos alrededor de la luz -indico Inés.

Luis volvía a sentirse dominado por el mismo alerta que había sufrido en São Paulo, en presencia de Xico y su madre. El hijo de Inés era más joven que Xico, y, en oposición a la excepcionalidad de este, resultaba anodino, pero aun así era inquietante. Presentía que el muchacho estaba asustado y se esforzaba por disimularlo.

Luis no vio llegar lo que le pasó a continuación, aunque debía haberlo intuido en los ojos enfebrecidos del muchacho.

jueves, 21 de marzo de 2013


ATENEO DE MÁLAGA

En abril, daré tres charlas sobre

EL OFICIO DE NOVELISTA

3 de abril, 20 horas, LA FABULACIÓN´

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domingo, 17 de marzo de 2013

Hablar con el móvil al volante. más peligroso que conducir borracho

Científicos españoles y australianos han comparado los efectos del uso del móvil con los del alcohol en la conducción de automóviles. Su experimento, realizado con ayuda de simuladores, demuestra que el riesgo de utilizar el "manos libres" y mandar mensajes equivale al que implica conducir con una tasa de alcoholemia por encima de lo legal.

Según explicaba a la agencia SINC Sumie Leung Shuk Man, investigadora de la Universidad de Barcelona y coautora del estudio que publica la revista Traffic Injury Prevention, el experimento se realizó con estudiantes voluntarios "con licencia de conducir, tenían que mantener su posición en el centro del carril de la izquierda de la pantalla, a una velocidad de entre 60 y 80 kilómetros por hora y frenar cada vez que veían aparecer un camión". El test de simulación de conducción duró dos días, separados por una semana cada uno. Por un lado, realizaron la prueba después de consumir alcohol, y por otro, mientras utilizaban el teléfono móvil. Los bebedores habituales y los que no habían injerido nunca alcohol antes del experimento se excluyeron de participar en el test.

Al comparar el nivel de concentración de alcohol en sangre (BAC) con los efectos del uso del teléfono móvil, vieron que cuando la conversación telefónica requería una alta demanda cognitiva o cuando los conductores a un mensaje de texto, el equivalente en el test de alcoholemia estaba por encima de lo permitido en España (0,5 gramos/litro). Para simular el efecto del manos libres utilizaron unos auriculares y un micrófono.

Los dos niveles diferentes de conversación por el manos libres que contempla el estudio equivalen a: una conversación natural –en la que el sujeto y el científico hablan sobre temas interesantes pero como pasatiempo– y a un diálogo con preguntas más específicas –exigentes cognitivamente– como, por ejemplo, que el sujeto respondiera si era capaz de describir la ruta en coche desde su trabajo hasta llegar a su casa, o que enumerara cuántos de sus amigos tienen nombres que empiezan por vocal.

“Nuestros resultados sugieren que el uso de dispositivos de manos libres también pueden suponer un riesgo importante para los conductores. Aunque debe estar permitido, requieren más investigaciones para determinar su regulación y, por supuesto, que las autoridades nacionales conozcan los pros y los contras minuciosamente”, concluye la experta.

martes, 12 de marzo de 2013

VALENCIA A FAVOR DE ALICANTE, SEVILLA AGREDE A MALAGA




El gobierno valenciano ha dotado a la segunda capital, Alicante, de un magnífico y extenso tranvía, respetuoso del excelente urbanismo alicantino y de la importancia de la ciudad. El tranvía recorre todo Alicante en superficie, pero se convierte en subterráneo para llegar al centro.

Aquí, el gobierno sevillano quiere hacerlo al revés. Soterrado en el extrarradio y partiendo el centro monumental en dos, con un tranvía superficial que no soluciona nada y crea demasiados problemas. PARADOJA INADMISIBLE,  El gobierno sevillano lleva 32 años tratando a los malagueños como un pueblo sojuzgado, del que se puede abusar,

 Los argumentos a favor del tranvía en la Alameda, tanto de Griñán, como de sus cónsules en Málaga como de la disparatada Izquierda Unida, suenan falsos porque ni ellos mismos se los creen.

Valencia respeta y cuida a su segunda capital. Sevilla combate y estafa a su segunda ciudad. Y además, con recochineo

Los periódicos afines al PSOE se empeñan en presentar el asunto como un diferendo entre De la Torre y la junta de los sevillanos. LO QUE ES UNA FALSEDAD MONSTRUOSA.

 Los malagueños -todo el pueblo de Málaga- no queremos ser humillados, engañados ni expoliados por los sevillanos.

miércoles, 6 de marzo de 2013

ESCRIBIR CON ESTILO. PUEDE SER CONTRARIO A LA BUENA ESCRITURA.



Es muy conveniente disponer de una prosa con estilo propio. Pero el relato no se puede subordinar a la búsqueda de un estilo. Lo ideal es tratar de relatar con justeza y lógica; el estilo siempre surge. Pero empeñarse en tener un estilo puede nublar muchísimo la capacidad de relatar.



Blanco y en botella, cabeza bien amueblada, etc. Ingenio humorístico que sólo valen para quien los usa la primera vez. Cuando se repiten, son frases estúpidas, que retratan imbecilidad



Al inventar una novela, Cuidado de no caer inconscientemente en el plagio.

Si uno inventa una historia de amor extremo, envuelto en un grave enfrentamiento familiar, amor predestinado a la tragedia, hay que tener mucho cuidado, porque podemos estar plagiando

Romero y Julieta de Shakespeare.



Es indispensable haber decidido un nudo y unos personajes antes de ponerse a fabular

HAY QUE DECIDIR NUDO Y PERSONAJES ANTES DE EMPEZAR A ESCRIBIR.

sábado, 2 de marzo de 2013

NADIE NOS RESOLVERÁ LA CRISIS

Las generaciones que actualmente andamos por aquí no hemos conseguido aún sacudirnos reflejos condicionados por la dictadura de Franco.

Sobre todo, el de esperarlo todo de PAPÁ ESTADO. Sin mucha reflexión, creemos todavía que los políticos desean sinceramente solucionar los problemas de la población, cuando es muy otro el orden de prioridades de los profesionales de la política.

Europa y todo el “occidente próspero” llevan ya varios años en crisis, pero en España la crisis es un vertiginoso pozo que parece no tener fondo. La política contemporánea (y no sólo la estructura central, porque ya vemos lo que pasa con los administradores periféricos) recuerda demasiado aquella canción gallega: “Eu quería me casare, miña mae y non tengo roupa. Casa, miña filha, casa, que uma perna tapa outra”.

Estos señores están excesivamente ocupados en taparse vergüenzas propias y unos a los otros, como para atreverse a hablar con honestidad a la población.

NADIE VA A VENIR A RESOLVER NUESTRA CRISIS. Ni los especuladores de bolsa ni Angela Merkel, ni el lucero del alba.

Nosotros tenemos que resolver la crisis.

Esperando menos y actuando más. Aquel reflejo condicionado de la dictadura hay que superarlo del todo. Para prosperar en esta tesitura, tenemos que aprender a tener iniciativa, buscarnos la vida, asociarnos, idear, inventar. Sólo desmontando gran parte de las ideas que consideramos inmutables, conseguiríamos hacerlo.