lunes, 18 de febrero de 2013

LAS CORTES NO SON DEMOCRÁTICAS, LO IMPIDE LA LEY ELECTORAL



Quienes hemos vivido muchos años bajo el paraguas legal de otros países, nos damos cuenta del disparate que es cuerpo legal español. Desde propiciar la corrupción de los políticos hasta permitir que las editoriales estafen a los escritores, son demasiados los errores de las leyes bajo las que vivimos. Aprendida esta verdad, no cuesta trabajo comprender por qué Picasso y tantos otros talentosos prefirieron vivir en otros lugares.

En España mandan y deciden todo menos de veinte personas. Los parlamentarios no deciden nada individualmente, se limitan a aplaudir lo que ordena su líder. De hecho, los partidos políticos funcionan igual; si uno quisiera integrarse en un partido porque tiene inquietudes que desea comunicar, se encontrará con que dicho partido espera de uno que obedezca y aplauda NADA MÁS. La idea de que se  debe contribuir a que la sociedad mejore, políticamente es absurda en España. Ningún partido permite a ningún militante que opine; se tiene que limitar a respaldar las opiniones que le imponga el partido.

A la hora de convocar elecciones, el grave déficit democrático se manifiesta porque los elegibles son obligados a firmar papeles que contradicen sus obligaciones constitucionales. Ningún diputado puede defender los derechos de sus electores; tiene que plegarse a lo que mande el partido (o sea, las dos o tres personas que manden en cada uno).

De este modo, si a un parlamentario se le ocurriera descubrir las gravísimas injusticias de la Ley de Propiedad Intelectual reformada en 1996, no podría proponer una reestructuración; el partido le mandaría aplaudir y asentir otras cosas, no tener iniciativa. Así, se traiciona la esencia misma de la representatividad. En las condiciones actuales, ser elegido en una circunscripción no obliga políticamente a nada, aunque la Constitución diga otra cosa; un diputado elegido por Málaga, aun dándose cuenta de las gravísimas injusticias que se cometen presupuestariamente con esta trimilenaria ciudad, no podría hacer nada por Málaga porque se lo prohíbe el partido.

Además, y siguiendo con Málaga, está el disparatado sistema de la proporcionalidad actual. Hay tantos malagueños como vascos, pero los parlamentarios malagueños no significan nada, mientras que los vascos condicionan mucho y muy gravemente a todos los españoles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario