jueves, 30 de junio de 2011

EL MUSEO DE ARTES POPULARES DE MÁLAGA Y LOS JÓVENES PARADOS

Como la Puerta de Alcalá… ¡Ahí está, viendo pasar el tiempo!...
El Museo de Artes Populares de Málaga (Pasillo de Santa Isabel, 10) nos dice mucho de nuestro pasado, más de lo que enseña la universidad.
Empezando por el “Archivo Díaz de Escovar”, que está en la parte más alta de este insólito edificio multisecular, donde hubo un mítico mesón frecuentado por artistas y escritores extranjeros; archivo atendido por una de esas bibliotecarias con alma de investigadora científica.
Este archivo guarda datos insólitos sobre los patronos de Málaga, San Ciriaco y Santa Paula, descripciones de las invasiones y plagas que hemos sufrido durante los últimos siglos, reseñas comerciales y literarias sobre la importancia mundial del vino málaga, chismes jugosos acerca las familias “aristocráticas” del XIX, y uno de los casos más sangrantes: Documentos que prueban la antigüedad secular de la preocupación de los malagueños por el vergonzante torrente Guadalmedina, incluyendo cartas a los reyes de las diferentes épocas.
Hay herramientas e instrumentos de trabajo que a los jóvenes de ahora deben de parecerles antediluvianos.
Hay historias de las que no tratan los libros ni las lecciones, como la de la malagueña convertida en maharaní de Khapurtala, la bailaora Anita Delgado.
Conserva el museo pruebas de industrias alimentarias nuestras, desaparecidas y olvidadas para nuestra desgracia y vergüenza. Aparte de las minas de plata y otros metales, Málaga nació principalmente por los búzanos (materia prima de la púrpura) y las salazones. Fuimos uno de los Principales emporios romanos para la fabricación del garum, según prueba la arqueología, ya que se encuentran pilas de piedra para el garum por doquier, como en el subsuelo de algunos museos. Ahora, es muy difícil que una taberna o bar ofrezca búzanos de tapa y ya nadie sala pescado, ni siquiera boquerones, las anchoas que hace sólo cuarenta o cincuenta años eran el medio de vida de muchas familias malagueñas
Y hay en el Museo de Artes Populares sobre todo, y como es lógico, artesanía. Lo más llamativo son los “barros” malagueños. Figuras de unos cuarenta centímetros de alto, modeladas en barro y esmaltadas, de tan buena calidad artística como las napolitanas antiguas; una artesanía (verdadero arte de escultura) que no puede comprenderse que haya desaparecido.
Un recorrido atento y con los ojos bien abiertos, podría sugerirles a nuestros jóvenes parados cosas que hacer, talleres que montar, pequeñas industrias artesanales que recuperar. Iniciativas. Desarrollo personal. Iniciativas. Acción. Iniciativas mucho menos arriesgadas que quedarse quietos, de brazos cruzados, cultivando la desesperanza.

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